El verano es la época perfecta para pintar tu casa. Aprovecha las buenas temperaturas, los días largos y el tiempo libre para renovar las paredes. Si te da miedo enfrentarte a la brocha y el rodillo, sigue estos consejos y conseguirás un acabado profesional con poco esfuerzo.
Pintar tu casa es una de las reformas más sencillas y económicas que puedes hacer por ti mismo. Con poco dinero puedes eliminar manchas, higienizar y poner tu hogar a la última, algo que te hará sentirte como si estrenaras casa.
Elige el tipo de pintura
Antes de elegir los colores, conviene que decidas qué tipo de pintura quieres emplear. Hoy día, existe una amplia gama pinturas y esmaltes, cada uno indicado para una necesidad. Estos son los más habituales:
Pintura plástica
Es la más común para interiores y para exteriores. Se aplica con facilidad, ya que se disuelve y se limpia con agua, así que es perfecta para novatos. Se puede utilizar en todo tipo de paredes y techos de yeso, cemento, pladur, etc. Las monocapa son muy prácticas porque solo requieren una mano para conseguir un acabado perfecto.
Hay dos tipos de pintura plástica: acrílica o vinílica. La acrílica es muy resistente y tiene gran capacidad impermeabilizante, resistencia al sol y al moho. La pintura vinílica es muy versátil y permite obtener acabados satinados y efectos decorativos de gran calidad.
Pintura mineral
Está compuesta por una base de silicato de potasio, minerales naturales y pigmentos inorgánicos. Se diferencia de la pintura plástica porque no forma película en la superficie. Esta cualidad la hace muy transpirable y permeable, por lo que es perfecta para tratar problemas de humedad y crear efectos decorativos.
Estuco veneciano
Contiene cal, mármol pulverizado y pigmentos. Esta composición le confiere elasticidad, brillo y dureza. Eso sí, para pintar tu casa con estuco veneciano y lograr un buen acabado, las paredes deben estar completamente lisas y libres de suciedad.
Pintura acrílica efecto arena
Al ser acrílica se disuelve y limpia con agua, por lo que es sencilla de aplicar. Crea un efecto decorativo rugoso al tacto y se puede aplicar en interiores y exteriores. El color deseado se consigue añadiendo el pigmento a una base neutra, con lo que el tono se puede personalizar al máximo. Además, no requiere ser un experto.
Existen otras pinturas con las que conseguir para acabados decorativos espectaculares, aunque hace falta tener algo de experiencia. También encontrarás pinturas especiales, como antimoho, antialergias, ecológicas y fotocatalíticas, que absorben los olores.
Encontrar el color perfecto
La elección del color es cuestión de preferencias pero conviene tener en cuenta una serie de cuestiones prácticas antes de decidirse.
Los colores oscuros tienden a reducir visualmente el espacio. Los colores claros reflejan mejor la luz. Por tanto, para habitaciones pequeñas o con poca luz natural conviene usar tonos claros. Si quieres crear contrastes, emplea una base neutra para toda la estancia y aplica un color intenso en una pared pequeña o en un lateral.
Puedes crear armonías o contrastes con dos tonalidades de la misma gama. Existen muchas posibilidades, por ejemplo, para crear un zócalo más oscuro, que puedes rematar con una cenefa.
Los colores fríos (verdes y azules) son más refrescantes y relajantes por lo que se recomiendan sobre todo para dormitorios o zonas de estudio. Los tonos cálidos (amarillo, anaranjados, tierra, rosas y rojos) crean ambientes acogedores, idóneos en zonas de estar. Las combinaciones de blanco o gris con toques de negro son perfectas para casa de estilo nórdico o minimalista pero recuerda no abusar del negro. Resérvalo para superficies pequeñas.
Por último, conveniente probar en una pequeña superficie y esperar a que seque para asegurarte de que es el color que buscas.
Hasta aquí, nuestros consejos para elegir la pintura. En los próximos artículos, hablaremos sobre otras cuestiones más técnicas, como la preparación de las paredes antes de pintar tu casa.